"Milagros Amondaray no es precisamente una crítica de cine. No está para destrozar o atacar. No. Lo que ella hace es escribir como fan (¿cómo groupie?) acerca de las películas y series que la hacen volar. Es probable que esta forma corporal/sensual/emocional no sirva para recomendar o reseñar cintas. O quizás sí, pero lo cierto que el sagaz ojo y el inmenso corazón de Milagros quieren ingresar a los filmes que ve más que desmenuzarlos. No busca perfección en el cine, busca emociones y, claro, identificarse. Mientras más cercana se siente a un filme, más lo eleva por las galaxias. Milagros no califica con estrellas sino que busca las estrellas que circulan alrededor suyo cuando el filme ha terminado. Ella está en el negocio de abrazar, seducir y compartir lo que le pasa con ciertas películas, ciertas series. Milagros no viene a destrozar sino a ofrecernos un mundo mejor: aquel que aparece en las cintas que a ella le gustan. ¿Tiene razón? Casi siempre. Y cuando no lo tiene, da lo mismo, porque te convence que una comedia romántica o una cinta de adolescentes es mejor de lo que quizás es porque a ella le tocó el corazón. Y cuando eso sucede, Milagros no se enreda con pudores ni intenta ser objetiva sino que transforma en prosa su fascinación de fan. Es de esas personas que ve al cine como viaje (sin escalas) a un lugar mejor. Creer que Milagros Amondaray solamente escribe de cine es un error. Lo que ella hace es personal, cercano, autobiográfico. Leerla te dan ganas de ver cine o revisar ciertos títulos, pero más que nada lo que esta autora logra es abrir un portal a un mundo propio que es mucho más emocionante y romántico que el real. No me cabe duda: Manuel Puig tendría todos los libros de Milagros, incluyendo éste, al lado de su colección de cintas de VHS." (Alberto Fuguet - Milena Caserola)

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