Bases universales de la cultura - Antonin Artaud (1936)

Hoy, en Europa, la cultura, como la instrucción, como la educación, es un lujo que se compra. Es la mejor prueba de que está perdiéndose el sentido de las palabras, y no hay nada como la confusión en las palabras para poner en evidencia un estado de decadencia que en Europa se ha generalizado. Es por eso que, antes de debatir sobre la cultura, hace falta precisar el sentido de esa palabra. Diré en principio lo que todo el mundo entiende o cree entender; luego diré lo que significa realmente. Hablamos de hombre culto y hablamos de tierra cultivada, y expresamos así una acción, una transformación casi material del hombre y de la tierra. Podemos ser instruidos sin ser cultos en realidad. La instrucción es una vestimenta. La palabra instrucción significa que una persona se reviste con conocimientos. Es un barniz cuya presencia no implica necesariamente el hecho de haber asimilado esos conocimientos. La palabra cultura, en cambio, significa que la tierra, el humus profundo del hombre ha sido explorado. Generalmente se confunde instrucción con cultura, y en Europa, donde las palabras ya no quieren decir nada, empleamos en el lenguaje común las palabras instrucción y cultura para expresar una misma cosa, idéntica, cuando en realidad se trata de dos cosas que difieren profundamente. E incluso si no las confundimos, las ponemos en el mismo plano, consideramos que van a la par, cuando todo lo que vemos alrededor nos prueba que la cultura dispersa y contradictoria de Europa ya no tiene nada que ver con el estado absolutamente uniforme de su civilización. Cuando llegué a México y hablé de su antigua cultura, en todas partes me respondieron más o menos: “¡Pero hay cien culturas en México!” — prueba de que los mexicanos de hoy en día han olvidado hasta el significado de la palabra cultura, y confunden cultura uniforme con multiplicidad de formas de civilización. Por distintas que fueran sus civilizaciones, el antiguo México no tenía en realidad más que una sola cultura, es decir, una idea única del hombre, de la naturaleza, de la muerte, de la vida. Contrariamente, la Europa moderna, que supo homogeneizar a su civilización, ha multiplicado al infinito su concepto de cultura, y, con respecto a la idea misma de cultura, se encuentra, puede decirse, en plena anarquía.

«Mensajes revolucionarios reúne una serie de conferencias escritas y publicadas por Antonin Artaud en el periódico El Nacional revolucionario durante una estadía en México, a donde llegó buscando una renovada vitalidad revolucionaria, decepcionado por el aire marchito de una juventud francesa a la que consideraba inerte y enfermiza. Estos escritos, que estaban prácticamente invisibilizados, muestran una toma de distancia del surrealismo, de la tendencia pro soviética de André Breton. Pero también es el testimonio de una creciente decepción de Artaud frente a un arte que, en el mismo México, se alejaría de la herencia precolombina y se inclinaba a retomar las formas del mundo europeo.» - Página 12

Si este libro se encuentra sin stock y lo querés o si estás interesadx en otros libros que no están dentro del catálogo podés comunicarte con nosotras por Instagram (@marialentejalibreria) o al 1157802845 y hacemos todo lo posible por conseguírtelo! 

MENSAJES REVOLUCIONARIOS - ANTONIN ARTAUD

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Bases universales de la cultura - Antonin Artaud (1936)

Hoy, en Europa, la cultura, como la instrucción, como la educación, es un lujo que se compra. Es la mejor prueba de que está perdiéndose el sentido de las palabras, y no hay nada como la confusión en las palabras para poner en evidencia un estado de decadencia que en Europa se ha generalizado. Es por eso que, antes de debatir sobre la cultura, hace falta precisar el sentido de esa palabra. Diré en principio lo que todo el mundo entiende o cree entender; luego diré lo que significa realmente. Hablamos de hombre culto y hablamos de tierra cultivada, y expresamos así una acción, una transformación casi material del hombre y de la tierra. Podemos ser instruidos sin ser cultos en realidad. La instrucción es una vestimenta. La palabra instrucción significa que una persona se reviste con conocimientos. Es un barniz cuya presencia no implica necesariamente el hecho de haber asimilado esos conocimientos. La palabra cultura, en cambio, significa que la tierra, el humus profundo del hombre ha sido explorado. Generalmente se confunde instrucción con cultura, y en Europa, donde las palabras ya no quieren decir nada, empleamos en el lenguaje común las palabras instrucción y cultura para expresar una misma cosa, idéntica, cuando en realidad se trata de dos cosas que difieren profundamente. E incluso si no las confundimos, las ponemos en el mismo plano, consideramos que van a la par, cuando todo lo que vemos alrededor nos prueba que la cultura dispersa y contradictoria de Europa ya no tiene nada que ver con el estado absolutamente uniforme de su civilización. Cuando llegué a México y hablé de su antigua cultura, en todas partes me respondieron más o menos: “¡Pero hay cien culturas en México!” — prueba de que los mexicanos de hoy en día han olvidado hasta el significado de la palabra cultura, y confunden cultura uniforme con multiplicidad de formas de civilización. Por distintas que fueran sus civilizaciones, el antiguo México no tenía en realidad más que una sola cultura, es decir, una idea única del hombre, de la naturaleza, de la muerte, de la vida. Contrariamente, la Europa moderna, que supo homogeneizar a su civilización, ha multiplicado al infinito su concepto de cultura, y, con respecto a la idea misma de cultura, se encuentra, puede decirse, en plena anarquía.

«Mensajes revolucionarios reúne una serie de conferencias escritas y publicadas por Antonin Artaud en el periódico El Nacional revolucionario durante una estadía en México, a donde llegó buscando una renovada vitalidad revolucionaria, decepcionado por el aire marchito de una juventud francesa a la que consideraba inerte y enfermiza. Estos escritos, que estaban prácticamente invisibilizados, muestran una toma de distancia del surrealismo, de la tendencia pro soviética de André Breton. Pero también es el testimonio de una creciente decepción de Artaud frente a un arte que, en el mismo México, se alejaría de la herencia precolombina y se inclinaba a retomar las formas del mundo europeo.» - Página 12

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